Estas dos últimas semanas, por mi ciudad está pasando la oleada de los documentales del Festival Ambulante. Una grandiosa gira que trae diferentes propuestas de todo el mundo y que se acercan a la sociedad a través de cines comerciales y pequeñas salas que a lo largo del año trabajan por forjar nuevos públicos y conservar aquellos que son fieles al cine independiente. Definitivamente es una de mis épocas predilectas. Pasar todos los días entre cine y cine, saltar de proyección, plática o conversatorio a las fiestas que sabes que te unen con esa comunidad que ves durante el paso Ambulante.
Ambulante es una gira de documentales que lleva 11 años por México, cada año el eje temático es diferente y esta edición se construye a partir de los conceptos de género y paz. La programación busca celebrar todo aquello que nos conecta y que nos vuelve conscientes de nuestra independencia, que el cine se vuelva una herramienta de transformación y construcción para crear vínculos empáticos con el espectador, acercarlo a otros mundos y motivar un entendimiento más profundo de su realidad.
Una de las cualidades especiales es la red de creación que genera, no sólo en la Ciudad de México, donde suele pasar todo, sino en otros 7 Estados más [Oaxaca, Puebla, Coahuila, Michoacán, Jalisco, Baja California, Veracruz] en los que el cine llega a apropiarse de espacios para generar una conexión que permite liberarnos de ciertos modos de pensar y sentir para transformar la individualidad en una colectividad auténtica. En lo personal, el documental es uno de mis géneros cinematográficos favoritos, el que me hace sentir de manera casi instantánea un cambio, una corresponsabilidad con lo que motiva o con lo que puede llegar a motivarme y en definitiva, es el valor más importante. No todo es tan bueno, y es que muchos de ellos exploran destrucciones, malas experiencias, daños al propio ser humano; sin embargo la respuesta está ahí, el documental nos hace pensar, podemos explicar distintas formas de percibir, compartir y colaborar.
Hay dos documentales que hasta el momento vinculo con el interés del blog y que recomiendo muchísimo. Uno, es «Bellas de Noche» de María José Cuevas, el cual documenta la historia de cinco vedettes que representaron con exotismo la belleza de los cabarets mexicanos de los setenta y ochenta y que ahora relatan su vida cuatro décadas después. Con dignidad platican y hacen ver y sentir una faceta diferente de la que mucha gente seguro, compartíamos en el imaginario colectivo. Me pareció fuerte, sensible y muy empático, creo que la idea de estar presente en la vida de alguien más por si solo se vuelve un importante valor, ya que justo la Directora acudió a esta proyección a platicar con su público, comentando que había tardado aproximadamente 10 años en hacerlo, y es que la confianza con los sujetos de estudio no se puede lograr de un día a otro ni tampoco podría llegar a reflejar algo inocuo, vacío. En este caso Wanda Seux, Lyn May, Olga Breeskin, Rosy Mendoza y La Princesa Yamal relatan sus éxitos, muestran sus fotos, videos, aquellas grandes presentaciones llenas de brillo y color, enfretándolo a la realidad: historias de soledad, de lucha y fortaleza. El proceso de documentación e investigación de Maria José es invaluable, digitalización de materiales en 8 y 35 mm, fotografías inéditas de registros televisivos, relatos y entrevistas que a más de uno nos tocó el corazón. Sin duda e independientemente de que la gira llegue a su ciudad, tienen que verlo.
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Y la otra recomendación que claro tenía que hacer, es Janis: Little Girl Blue. La historia de Janis Joplin reconstruida por medio de entrevistas con familiares, amigos y músicos de aquella época, videos de conciertos, fotografías, cartas, audios y relatos por Cat Power en voz en off de la propia Janis a su madre. En poco más de hora y media la música, la voz, la fuerza de Janis se apodera de la pantalla y nos demuestra un lado realmente fuerte y sentimental de una niña que fue molestada en la escuela, una joven que sufrió por no encontrar su identidad y una adulta que sufría decepciones amorosas y las proyectaba en el escenario. Muere a los 27 años, edad icónica en el rock, dejando un legado de música, de sentimentalismo y amor. No puedo dejar de mencionar que el documental me conmovió mucho, como buena fanática, no sólo sentí ese poder que proyectaba con su música, sino vi esa profunda soledad que la absorbía cada día y que hizo de ella un personaje entrañable.
Hay que ver documental, transformarse, renovarse y sentir.
Imágenes vía: 1, 2, 3
