Desde tiempos memorables y hasta hace algunos años, el papel de la mujer en la vida diaria estaba bastante acotado: ser bella, ser virgen, saber cocinar y no quejarse de nada. El fin último de nuestros días era casarse, tener hijos y una casa perfecta. Con los movimientos feministas, revolucionarios y la evolución de los seres humanos, los papeles del hombre y la mujer se convirtieron en algo cada vez menos evidente. Ahora ¿a quién le toca hacer qué?

Todo este asunto surgió porque, paseando por Facebook, abrí un artículo del portal Fashionista.com, donde  mencionaban a una marca de ropa que, en lugar de modelos, utilizó mujeres candidatas a recibir pronto su título de doctorado, con el fin de incluir «mujeres reales» en sus campañas.

Evidentemente, primero todo era miel sobre hojuelas, hasta que algunas personas comentaron que, sí, estaba muy padre, pero de cualquier manera, las mujeres seguían siendo la típica belleza con piel blanca, ojos claros o complexión delgada.

Mujeres reales en la publicidad de moda
La campaña de Betabrand con doctoras como modelos.

Al final, lo que quiero preguntar es ¿qué es una mujer real? El mundo de la moda nos coloca a sus modelos de 1.80 y 60 kilos y son siempre criticados porque “ella no son reales” (supongo que son aliens, entonces), sólo un 1% de la población mundial tiene esas características (sí, estoy inventando estadísticas pero es con fines didácticos, déjenme ser), e incluso hay gente que se dedica a viajar por el mundo, tan solo para encontrar chicas que puedan ser modelos de pasarela.

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Gisele Bündchen, descubierta en un McDonald´s de su natal Brasil.

Luego están las campañas de Dove que apuestan por las curvas, pero que, otra vez, siempre son criticadas por que a pesar de que las modelos ya no pesan lo mismo que una varita de nardo, siguen siendo de rostro “convencionalmente bello”. Hace poco conocí a Moffy, una modelo con estrabismo que, según lo que leí, “rompe con todos los paradigmas de la belleza”, aunque, a mi parecer y el de muchos otros, sigue siendo bella –como una modelo-.

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Moffy, la modelo con estrabismo.

Mi conclusión de todo esto, además de que cómo nos gusta criticar todo y a todos, es que la “mujer real” no es la que tu marca favorita escoja cada temporada (la mujer real de este año es Cara Delevigne FYI) o la que Anna Wintour ponga en la portada de Vogue (a muchas se les cayó el teatrito cuando vieron ahí a Kim Kardashian). La mujer real es la que tiene la actitud de serlo, el otro lado de la moneda es ser la mujer fantasma: que nadie me vea, nadie me escuche y paso desapercibida esta lonjita o el peinado horrible que se me ocurrió hacerme hoy. No lo niego, me ha pasado, hay días en los que no me soporto a mí misma y sólo quiero llegar a casa y olvidarme del mundo, pero tenemos que sobrepasarlo, todo está en la actitud.

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Fotografías de Grace Hagen, que demuestran que todo está en nosotros.