Hace algunos meses estaba platicando con Esa, Pau y otros amigos sobre nuestras películas favoritas. Cada uno no decía una sino 5 o 6, hasta que tocamos el tema de que todos sabían que Breakfast at Tiffany’s de Blake Edwards es una de mis favoritas, que es un clásico, una película importante en la moda y en el cine contemporáneo; pero que siendo un hito, era impredecible saber que muchos no eran tan afectos a ella, que llegaba al punto de ser un poco aburrida y que quizá sólo se trataba de un must para la filmografía del mundo fashionista. Me opuse, traté de dar argumentos significativos que hicieran cambiar esa opinión y demostrar que independientemente de que sea una película importante en el género «Películas de Moda» se trataba de una obra que marcaría tendencias, que incluye ciertas tramas e historias que se deben analizar y tomar en cuenta como una de las buenas obras literarias que se llevaron al cine y que a su vez, crearon personajes icónicos que hasta la fecha son imitados, recordados y siempre citados.
Lo esencial que hay que saber es que se trata de una adaptación del libro de Truman Capote, con el mismo nombre, es una novela pequeña que te lleva a verte en Nueva York. Antes de ver la película quise leer el libro porque quería forjarme mi propia imagen de la historia, sin embargo, el personaje de Audrey Hepburn ya estaba posicionado como Holly Golightly, la figura principal, la elaboración de personajes fue tan bien hecha que ahora sin saber de qué va la película, el libro, la existencia mismo del autor, se asocia a la mítica actriz con una de las ciudades más cosmopolitas del mundo como uno de los máximos referentes del cine de moda.
La película para mí es una bella rareza, planos fuera de lo común para su época, diálogos que se contraponen unos con otros, música repetitiva [Hay sólo una canción, Moon River, compuesta por Henry Mancini y escrita por Johnny Mercer se escucha en toda la cinta en diferentes versiones y además ganó un Oscar], las fiestas extrañas que se salen de lo común, en las que acuden políticos, hombres ricos y modelos y hasta el vestuario de Audrey que es un elemento que ha pasado a la historia, desde su mítica pijama, un holgado camisón blanco con un antifaz azul hasta el vestido Givenchy diseñado especialmente para ella y que es una pieza fundamental para cualquier estudio y museo dedicado a la moda.
Sin embargo lo que más me gusta es la construcción de personajes, desde la primera escena podemos ver con Mrs. Golightly, quien está comiendo un croissant con un café mientras mira desde el aparador los diamantes de Tiffany´s, proyectando una imagen de una mujer con estilo, soñadora y «fresa»; que al llegar a su departamento nos presenta a otra figura elemental: Mr. Yunioshi, un excéntrico e histérico japonés vecino de Holly que siempre grita y se molesta con ella, pero que a su vez demuestra un gran interés. Paul Varjack, un tímido escritor amante de una rica mujer, llega al edificio para enamorarse, poco a poco se hace amigo de la protagonista y ambos caen en un juego de diálogos para aprender uno del otro. Él para darse cuenta de su talento y hacerse independiente del «trabajo» de amante y ella para conocer el amor. Sally Tomato y O. J. Berman, un mafioso y un agente respectivamente, son las figuras detrás de Holly, aquellos fieles amigos que no la desprotegen ni la harán caer.
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Moon River por Audrey Hepburn
Breakfast at Tiffany´s es una oda al arte, la literatura y Nueva York. Una historia en la que a trasfondo transmite sentimientos de pertenencia, de amor y sueños. Si ya la vieron vuélvanla a ver, les aseguro que cada plano contiene una óptica de ensueño.
