Ayer fui a una exposición que me impactó mucho. ¿Su nombre? Fotos & Libros, y aunque suene a una perfecta combinación, la temática es profunda, triste y bellamente archivada. Se trata de la historia de la fotografía española en el momento en que las imprentas pueden reproducir fotografías, haciéndose expansiva su edición en todo el mundo en los años de guerras. Obras colectivas, en las que participan fotógrafos, diseñadores, escritores, editores y que tienen la característica de que la fotografía toma un lugar relevante como agente de cambio en la que están involucrados los artistas, teóricos, sociedad en general y que años más tarde fueron consumidos como «artículos culturales».
La exposición se encuentra en el Museo Amparo en Puebla y muestra obras publicadas en España entre 1905 y 1977. De distintos estilos, en ediciones limitadas o masivas, impresos en técnicas refinadas o papeles modestos, para todos los públicos o las minorías. Tratan sobre gente, cosas, comportamientos e ideas. Están en las mesas, como habitualmente se leen, y en las paredes, destacados como obras de arte, en proyecciones, solos o en compañía de fotografías convencionales, enmarcadas, en vitrinas, proponiendo contrastes y lecturas distintas y abiertas.
Con ello, el libro toma el lugar como obra, los expuestos, en su mayoría poco conocidos, ofrecen una perspectiva nueva sobre la fotografía española. A comienzos del siglo XX hay pocos ejemplos, que aumentan durante la guerra y alcanzan su mejor momento en los años sesenta. Libros que son fotos, fotos que son libros. Todos juntos forman una colección especializada única en su género del Museo Reina Sofía y que justo en ella encontré dos importantes publicaciones que abordan la moda, el papel de la mujer y las impresiones de ella tanto en los tiempos de guerra como en los de postguerra.
La primera, es la obra de Luis Acosta Moro, quien cree que el libro del futuro será «un poema de cortas palabras y grandes imágenes», el modelo de su fotolibro «Cabeza de Muñeca», es una obra simbólica que alude, entre otros temas a la Guerra Civil y la imagen de la mujer. Para el editor es un tipo nuevo de libro, una «película – novela – ensayo artístico». Su protagonista es una modelo que apare en todo el libro, a veces bailando o luchando con el autor absoluto del fotolibro, el responsable de todo: fotografías, diseño y texto.
«Y odiamos, amamos y sobre todo
tenemos…
Confesando vuestros pecados,
alabando vuestra mentira,
a nuestro pensamiento
eunuco,
le dan el pan…
…Y el chocolate.
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adelántamelo hoy
y échame en cara, una vez más
tu bondad.
Así como nosotros,
sencillamente falsos,
convivimos con nuestros enemigos…
Más, líbrame de la apatía
y de la fealdad, amén»
El segundo fotolibro es «Antifémina» una publicación que intenta representar a la mujer «que no quiere ver a nadie», pero «es auténtica y real, la que no tiene veinte años, la que no es guapa», por la escritora María Aurèlia Capmany y la fotógrafa Colita, quien para conseguirlo, selecciona fotos de su archivo sobre temas como la vejez, el matrimonio, el trabajo, la religión, la prostitución, el cuerpo, la marginación, la publicidad, la moda o el piropo.
Todo un arte ¿quién lo duda? Un ejercicio constante, una sensibilidad a flor de piel, una dieta severa, vecina del hambre, amenazadora de enfermedades, de depauperación, para lograr esta bellísima muñeca sin tripa ni moca, una bellísima muñeca que casi flota fuera del espacio y del tiempo.
¿Es realmente un ideal de mujer?
No muy lejano de la realidad, actualmente las editoriales producen obras similares o que tienen una influencia importante de este tipo de publicaciones, me queda claro que las empresas y marcas tienen un sentido y objetivo específico para llegar a sus públicos, sin embargo es relevante destacar los inicios de la fotografía de moda, el lugar que ocupa dentro de la historia y sus impresiones como medio de comunicación que busca transmitir un mensaje del temporal, de las vivencias y que a la vez combina la belleza y sutileza de la mujer.
