Sin duda alguna una de las temáticas más relevantes de la historia es el feminismo, doctrina y movimiento social que pide para la mujer el reconocimiento de sus capacidades y derechos que tradicionalmente han estado reservados para los hombres y que desencadenó diferentes huelgas y proclamaciones para ser visibilizado como uno de los cambios más significativos en la actualidad. En estos días he visitado algunos blogs y editoriales que dedican sus páginas y publicaciones al tema, recuperando la estética y los emblemas de diferentes iconos feministas en plena resurrección de los años 70. Algunas opiniones buenas, otras en contra, sitios donde ya están a la venta camisetas o sudaderas con leyendas como «The future is female» y hasta ropa interior con «Feminist» en letras rosadas. Y lo que rescato de todo es la proliferación de un ideal y de un movimiento entre la cultura popular, pero en el cual siempre debe estar presente la contextualización de los orígenes y la metodología de cómo se ha hecho, dónde se hizo y en qué condiciones. Por ello de forma general hoy escribiré un poco sobre esta ola de recontextualización feminista.
Hace doscientos años la mujer no era considerada una igual al hombre, pero en el siglo XIX las mujeres comienzan a luchar por el reconocimiento de sus derechos, como seres humanos semejantes a los hombres, realizando un cambio fuerte en la historia al visibilizar a la mujer como un ser fuerte, que se incluye en el ejercicio político y cultural, en la literatura y en cualquier disciplina que antes sólo era para los hombres. El hecho de romper la homogeneización hace denotar que cada sujeto tiene una identidad propia, en la que el constructo social no tiene que ver con el hecho biológico de cada ser. El feminismo demuestra además que las mujeres son creativas y pueden desarrollarse en cualquier actividad, del mismo modo que los hombres en una sociedad y así la independencia emocional y material sobresale y empodera a cada una.
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El feminismo rescata 3 importantes olas donde se generan espacios de visibilidad: el primero, en la ciudadanía, el cual representa el voto femenino y la participación de las mujeres en la vida económica y política de cada país. La segunda tiene que ver con el cuerpo y la política, que va de la mano de la literatura feminista, la cual se inauguró simbólicamente en 1949 cuando Simone de Beauvoir publicó su obra «El Segundo Sexo». La lucha de las mujeres de esta ola ya no consistía únicamente en su reconocimiento público, sino que buscaba tener injerencia sobre sus propios cuerpos, en este sentido es donde se construyen las grandes luchas de los 5o y 60´s en torno a los métodos anticonceptivos. Y, la tercera ola tiene que ver con la problematización de la mujer y su esencia, en la que se establece que no todas somos iguales y que además es tema de discusión en los estudios post coloniales de materialismo histórico y la construcción del poder.
Así pues, estas olas se manifiestan y aparecen 40 años después en dos vertientes, una la del reconocimiento y resurrección de un movimiento importante en nuestra sociedad y la otra como un objeto de deseo en la moda, y es ahí donde vale la pena detenerse y saber que lo que usamos tiene un trasfondo histórico, político y cultural que debe conservarse y fomentarse conscientemente.
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